domingo, 19 de diciembre de 2010

Nota en diario La Capital, Rosario


Editoriales independientes, un movimiento para recrear la cultura

Por Gervasio Monchietti

Lejos de alarmarse ante los vaticinios de la era digital y las dificultades del libro-papel, el fenómeno de las editoriales independientes no sólo se mantiene en las principales ciudades de Argentina sino que se proyecta con nuevos sellos, un circuito propio de distribución en el que se destacan las ferias de libros independientes, y formas de reconocimiento que ya no dependen de las instancias convencionales. Textos de Cartón, Diatriba y Ese es otro que bien baila, entre otros, muestran así que es posible editar autores de poesía y narrativa, en muchos casos jóvenes e inéditos, y hacerlos circular entre lectores de distintas edades y saberes.

Textos de Cartón, una editorial de Córdoba, destaca por un catálogo de autores latinoamericanos (Juan Villoro, Mario Bellatín, Frank Báez) en ediciones que siguen la línea trazada por Eloísa Cartonera, en Buenos Aires. Diatriba se ha convertido en una pequeña joya de la provincia de Santa Fe: el equipo armado por el poeta Fernando Calero se propone editar —en principio— poesía de la tradición santafesina, y Ese es otro que bien baila, la más novel de las tres, es llevada adelante por jóvenes escritores de Paraná.

Ojos con postales

Una joven llega al Túnel 3 del Centro Cultural Parque de España, se detiene frente a un libro, abre sus ojos enormes, mira fijamente Postales, de Frank Báez. El vendedor-editor-poeta es Andrés Nieva.

—Lo estuve buscando en las librerías de Rosario —dice ella.

El vendedor-editor-poeta sonríe, sorprendido. La joven se lleva —feliz— su ejemplar del poeta dominicano que pasó por el Festival Internacional de Poesía de Rosario entre el 21 y 26 de septiembre.

Andrés Nieva es el responsable de Textos de Cartón, que en sus casi dos años de existencia ya editó a tres poetas dominicanos: Homero Pumarol, Juan Dicent y Frank Báez. Este último, en cuatro días del último Festival de Poesía, vendió 40 ejemplares de su libro Postales, publicado por Cara de Cuís Editora, que también es llevado adelante por Nieva. Una cifra nada desdeñable para un editor artesanal.

“Los tres en su estilo me parecen los escritores jóvenes que más me han sorprendido en los últimos años —dice Nieva—. Gracias al Festival de Poesía de Rosario tuve la fortuna de conocer personalmente primero a Homero (Pumarol) y este año a Frank (Báez). Son personas muy entrañables. Frank dice que soy un dominicano más”.

Textos de Cartón “surge por deseos de publicar escritores latinoamericanos cuyas obras me gustan y que no tenían dónde publicar sus textos en Argentina. La elección es de blogs que descubro o me recomiendan; o mediante textos que me envían a la casilla de mail. Los leo y si me gustan, pido permiso al autor y hacemos la edición”, explica el editor. Así, “la participación en el Festival de este año fue genial en todo sentido, en conocer gente, visitar viejos amigos y estar varios días en esta ciudad tan hermosa. La gran sorpresa y felicidad fue que Frank Báez con sus lecturas y su carisma, se convirtió en una especie de sensación del evento”.

En el catálogo de Textos de cartón también aparecen títulos de Samanta Schweblin, Mario Bellatín, Marcelo Cohen, Laura Crespi, y el propio Nieva, entre otros autores.

Como en casa

Acaba de terminar una mesa de lecturas en el Teatro Príncipe de Asturias, en el Centro Cultural Parque de España. La santafesina Cecilia Moscovich, entre emociones contenidas —y no tanto— es una de las más jóvenes poetas que lee durante ese día. Pocas horas después, en el sector de feria de editoriales se agota su libro La manguera, editado por Diatriba. Junto a ella, Analía Giordanino fue otra de las poetas del sello santafesino que estuvo presente, con su obra Nocturna.

Los orígenes de Diatriba nos llevan a Santo Tomé, a principios de 2006. Es entonces cuando Javier Guipponi y Fernando Callero se encuentran y empiezan a trabajar juntos. A principios de 2007 conocen al poeta Daniel Durand, que por ese tiempo comenzaba a desarrollar, junto a Matías Herr, la Colección Chapita. Con la información que Durand les aporta publican de manera autogestionada sus tres primeros títulos: Feria artesanal de la calavera, de Santiago Pontoni, una reedición de Ramufo di Bihorp, de Fernando Callero y Ostranenie, de Javier Guipponi. “Tres títulos de poesía diagramados, impresos y cosidos en casa, con una tirada de 50 ejemplares, distribuidos en librerías y espacios de arte de Santa Fe”, cuenta Fernando Callero.

En octubre de 2008 sucedió la presentación pública de la editorial en el Centro Cultural La Urdimbre, de Santa Fe, con el padrinazgo de Enrique Butti y Daniel Durand.

Una de las particularidades que presenta Diatriba es contar con la colaboración del Centro de Publicaciones de la Universidad Nacional del Litorial, que ofreció los talleres gráficos para la realización de las duplicaciones de interiores, corte de tapas y armado. Durante el año 2009 aparecieron El aire entre los dedos, de Gonzalo Castelo, y Nocturna, de Analía Giordanino. Mientras que durante 2010 salieron al ruedo La manguera, de Cecilia Moscovich, La yegua y el caballo no existen, de Paula Trama y la reedición de un tríptico autogestionado, Resiste, de DJ Buenmozo.

“Los últimos libros salieron ya con tapas rígidas impresas con serigrafía a dos colores y registro de ISBN —dice Callero—. El arte de tapa comenzó a estar a cargo de un artista visual de Santa Fe que valoramos mucho y que se llama Ponchi (Alfonso Insaurrualde), él le dio una imagen mucho más definida a la colección transformando los libros en piezas de arte. Asimismo, la maqueta de los interiores empezó a ser revisada y definida por Pamela Núñez que es una diseñadora muy grossa que enriqueció mucho la legibilidad de los textos. Todo espontáneamente, las cosas comienzan a orbitar y se genera una energía de cooperación impresionante que se nos escapa de las manos. Es como magia”.

En la elección de los autores trabajan Callero, Guipponi y Santiago Ponton. Este último “fue el primer autor joven publicado por el sello y al cabo vino a integrar el equipo de trabajo. Pontoni nos gustó porque maneja un registro simbolista, baudelaireano, pero muy contemporáneo, medio escatológico, más o menos la línea de Guipponi. Son chanchos con gracia”, dice Callero y agrega: “el simbolismo es una impronta fuerte en el Litoral, pero se ha venido mezclando con las jergas, en la línea de la poesía antilírica post objetivista”.

Sobre las dos poetas que particiaron del Festival de Poesía, Fernando Callero dice que “el libro de Analía (Giordanino) se fue armando con un trabajo de lectura y selección, ella tenía una parva de poemas y fuimos despejando para que su primer libro sea contundente, preciso, y creo que eso se logró. El libro de Cecilia Moscovich, así como vino fue a imprenta, porque ya había pasado por lecturas mías, de Durand y una mención especial en un concurso de Plebella. Ya estaba cocinado”.

Mates y $ 206

Julián Bejarano es otro de los poetas jóvenes que circuló por el Festival. El momento que proporciona el propio poeta-editor es: reunión de amigos con mate y bolas de fraile. Deciden hacer una editorial de poesía joven y mediante cálculos cuyos términos ignoramos, establecen que cada uno aportará al proyecto común doscientos seis pesos. Así de simple.

Manuel Podestá, C. Monti, Ariel Delgado y Julián Bejarano empezaron a dar vida a Ese es otro que bien baila. “Increíblemente en menos en dos meses más o menos, teníamos todos los títulos editados, más un blog y un facebook. Herramientas que nos ayudaron como para que la editorial se empiece a conocer, por lo menos en Paraná, de donde somos”, cuenta Bejarano.

Conscientes de ser una editorial de reciente aparición, decidieron publicarse a ellos mismos, a pesar de aclarar que no quieren hacer “autobombo”, sino más bien evitar “escrachar” a algún autor en una editorial que recién surge. Así, la única excepción hasta el momento es el libro Pillín de Román Sangoy, que no es miembro de la editorial.
Sin ajustarse a cuestiones territoriales, eligen publicar autores jóvenes. “Lo que nos importa son los textos, no editamos por amiguismo”, arriesga Bejarano. Y anuncia como próximas apariciones libros de Matias Herr (Buenos Aires) y Bruno Revello (Neuquén), entre otros.

“Las editoriales de Entre Ríos, independientes o no, siempre editaron gente de la provincia o que viva en ella o por la zona del litoral”, dice Bejarano, con una clara preocupación por no cerrar el panorama poético de esa prolífica provincia de poetas. “Casi no se les da oportunidad a los jóvenes de editar su primer libro, y eso queda en manos de las editoriales independientes, que a su vez son comandadas por sus propios autores”, destaca.

Hasta el momento, el catálogo de Ese es otro que bien baila cuenta con los títulos Valiant, de Manuel Podestá; Desplazamiento sonoro, de C. Monti; El último clásico, de Ariel Delgado; Pillín, de Román Sangoy y Humito, de Julián Bejarano. Cincuenta ejemplares de cada libro y, al igual que las dos anteriores, disfrutan el secreto orgullo de no cobrarle a sus autores: “con la venta de esos ejemplares bancamos los nuevos títulos, no le pedimos plata al autor y no tenemos ningún tipo de distribución, salvo la de andar con los libros en la mochila por festivales y eventos.”

En instancias distintas, con objetivos diferentes en su catálogo, pero con esa pequeña fe en el libro de papel que los mueve a seguir leyendo y editando, cada proyecto a su manera vino a ocupar un lugar necesario. Así lo describe Fernando Calero: “En Santa Fe no había editoriales independientes y la cola de autores frente al centro de publicaciones de la UNL daba pena, parecíamos inmigrantes pidiendo papeles frente a un despacho público. Pero ahora la cosa cambió”.

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