lunes, 28 de junio de 2010

CECILIA GALLI GUEVARA, KARAOKE KISS, TEXTOS DE CARTON 2010


El libro contiene 6 cuentos.


Habla con Dios

Pasamos el primer día del año en una isla del Tigre, en la casa de mi tía. Hace calor y el cielo está nublado, el aire lleno de chicharras y del lamento de los pájaros que se quejan u-u-uú y se contestan de un árbol a otro.
Algunos matan el sol de la siesta tirados en los sillones del living, hablando de un programa que dieron sobre Iron Man Hawai; imaginan cómo la natación puede ser un deporte de contacto. Elnegro puede dar fe de eso porque viene de salir primero en su categoría en la versión local de la carrera y cuenta cómo en la largada de la etapa marina los codazos se confundían con los rodillazos y él sólo deseaba que ningún golpe le hiciera perder sus antiparras.
Somos muchos entre la orilla del río y la mesa de la galería, y en un momento la casa de mi tía parece un jardín maternal: tres bebés de menos de un año (dos son mellizos) y cuatro chicos de dos se mezclan con los perros, se disputan galletitas y sandalias, y gatean y corren por el jardín como tortugas o cachorros de algún mamífero desconocido. Además, hay como veinte primos y varios tíos, todos desparramados en grupos que ocupan la casa, la galería, el borde del río y un bote que está amarrado en el pequeño muelle amarillo.
Hay mellizos por todas partes: además de los bebés está Elrubio, el mellizo de Elnegro, y mis primas Valentina y Abril, que hasta hace un año fueron tan parecidas que pasé una década sin saber con cuál de las dos hablaba. Ellas son grandes y ya no gatean ni corren por el jardín, pero se sientan cada una de un lado de su madre y, como si tuvieran nueve años, le hablan en estéreo como dos voces de la conciencia. Una conciencia ni buena ni mala; sólo molesta: “mamá, mirá lo que hace Alejandro con sus hijos; los lleva al fondo del jardín para que vuelvan gateando y se cansen. ¡Es tan malo…!”. O: “mamá, decile a papá que no grite tanto cuando habla por teléfono larga distancia… ¡no entiende que habla por celular y no gritando de un país al otro!”. Y también: “mamá, ¡por qué te pintaste las uñas de rojo, si te queda horrible!”. Su madre (mi tía, la dueña de casa) me mira y me dice que ya no quiere oír a sus hijas diciéndole todo el día qué hacer y qué no. Dice que tiene que desahogarse de alguna forma, que quizás comience a escribir, que para ella este tiene que ser el año del “no me jodan”.
Yo estoy de acuerdo. Porque pese a los consejos de mi prima Nina, que es profesora de reiki, sobre la importancia de hacer una lista de cosas que se quieren lograr en el año que empieza, porque los planetas están alineados y anoche era fundamental hacer un balance y ahora una lista, porque los pensamientos se materializan, es posible transmutar la materia… ni pensé todavía que estamos en un año diferente del pasado y del anterior. same shit, different number, eso es lo único que sé hasta ahora.
Pero hay algo de verdad en eso de que no te jodan: desde que llegué a la isla debo haber dicho o pensado una decena de veces “no me jodan”. Creo que estoy de mal humor. Atribulada, mi mente está a diez mil kilómetros de mi cuerpo.


Autor: Cecilia Galli Guevara. Género: Narrativa. Páginas 40. Primera edición: 50 ejemplares numerados. Junio 2010.